Por José Echeverria, CPP
El agradable y seguro país de Ecuador, en los últimos 6 años ha sufrido una metamorfosis impresionante, pasamos del ser el tercer país más seguro en Sudamérica de acuerdo con las estadísticas delictivas del 2017 a ser en la actualidad el segundo país más violento debajo de Venezuela.
Pese a que hay un notable esfuerzo por parte de los organismos estatales involucrados para procurar controlar todos los eventos que afectan la seguridad de los ecuatorianos, esta escalada de la violencia ha sido un fenómeno muy difícil de manejar y la sociedad se queda con un alto nivel de insatisfacción. Según un sondeo de opinión realizado los primeros días de este mes de Julio, refleja que la inseguridad es la principal preocupación de los ecuatorianos, superando a la preocupación por la falta de empleo, esto no se había visto antes en el país, se determina claramente que la percepción de inseguridad está presente en la mayoría de la población.
Esta preocupación pretende ser atendida por los ocho candidatos a la presidencia del país durante esta época proselitista, varias propuestas de seguridad han sido mencionadas, unos quizás con más iniciativa que otros pero, lamentablemente son muy generales, no se ven propuestas sólidas con indicadores de gestión que dispongan de programas reales factibles de cumplir o que hayan sido probados en otros escenarios similares, ninguno de estos personajes presidenciables ha hecho de la seguridad su bandera de lucha, sólo por poner un ejemplo, nadie ha propuesto ni tampoco ha logrado entender la importancia y el valor que tiene la interacción de la seguridad pública con la seguridad privada en el campo de la de prevención, este desentendimiento preocupa sobremanera porque el Ecuador tiene una amenaza característica que explicamos a continuación.
Los factores que alimentan este nivel de inseguridad son ya conocidos, como la falta de empleo, leyes débiles que no permiten una intervención efectiva, falta de medios y entrenamiento para la fuerza pública, etc. Sin embargo, es oportuno destacar un factor que hace al Ecuador “único” en esta escalada de la delincuencia y es el hecho de que estamos en medio de los 2 países con mayor producción de coca en el mundo, esta particularidad hace que en el país se hayan afianzado varios grupos de delincuencia organizada transnacional, y que la guerra por tomar el control de las rutas para el narcotráfico nunca termine; según un informe de la ONU publicado en marzo del 2023, el cultivo de coca se disparó un 35% entre 2020 y 2021, alcanzando un nivel récord, que señala la aparición de nuevos centros de tráfico en el sureste de Europa y África, estos datos reflejan que el mundo tiene una oferta cada vez grande y agresiva de la cocaína y sus derivados, impulsando una industria negra de producción y distribución cada vez más poderosa, a esto debemos añadir que la economía en dólares que tiene este país es muy atractiva para el blanqueo de capitales, otro factor que atrae a estas organizaciones delincuenciales.
Delitos como la extorsión y el robo con violencia en locales ha generado el cierre de varios negocios, lo que aumenta aún más la crisis por la reducción de empleos y generación del comercio, esto se ha evidenciado en sectores específicos como Esmeraldas, una provincia costera ubicada al norte del país, que ha sido característicamente turística y que ahora es afectada por este fenómeno.
La inseguridad no sólo afecta a negocios pequeños, afecta la moral de muchos empleados en determinadas industrias como la petrolera en la que por más de una década hasta el 2022, no se había tenido fatalidades por motivos delincuenciales; sin embargo, en lo que va del año en este 2023 ya se han prestado 3 asesinatos en diferentes incidentes de seguridad de esta industria.
El sicariato se ha proliferado y se ha sofisticado en el país, ahora las figuras públicas también están en la mira de estos delincuentes, como es el caso del reciente asesinato al alcalde de una importante ciudad costera del Ecuador, dejando desconcertada a toda la sociedad que mira como el Ecuador de antes se va desintegrando en manos de la delincuencia.
Estos hechos impactan a la estabilidad y continuidad del negocio en muchas empresas, se torna por lo tanto esencial la gestión y el asesoramiento de un profesional de seguridad para definir y administrar los riesgos de manera particular, es la única vía que tienen las empresas para subsistir en un ambiente de incertidumbre, convulsionado y con falta recursos, característico de los países latinoamericanos donde lo único que podemos ver muy bien organizado en este tiempo es justamente a la delincuencia organizada.
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